No dejo de pensar en quiénes viven del campo y, por los motivos que sean, no lo abandonan por el cemento de la ciudad. Los que trabajan en el campo transmiten una pausa y una tranquilidad que muchos olvidamos. He aquí una señora en los campos de Agüero esperando a su esposo, el pastor de ovejas. A la sombra y entre pajas, esperando el fin de la jornada.