El pueblo viejo de Belchite quedó olvidado en el tiempo, y así le ha ido, así le va hoy: Turismo de Memoria.
Destrozado tras la guerra civil española, Belchite se recompone como pueblo museo, como si hiciese falta recordar permanentemente lo deshumanizadas que son las guerras. Y parece que algunos lo olvidan, parece que importa más el ego territorial de una frontera imaginaria. Hoy. Ahora.
6 euros cuesta no olvidar, testimonial cantidad para un pueblo que no necesita reparación, para saber que Juan Manuel Serrat fue niño aquí y quizás jugó con Labordeta, cantor catalán el primero, adalid de Aragón el segundo.
Sea como fuere, mientras las ideas se imponen y se aceptan, Belchite seguirá de pie avivando su historia agujereada.
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