Hace un tiempo ya que vengo experimentado cierta saturación de Redes Sociales, lo que, consciente o inconscientemente, hace que entre en períodos acotados de tiempo para interactuar. O lo que es lo mismo, me concentro en el trabajo, o me dedico a crear los contenidos que me gustan y en los que creo sin esperar por supuesto a un like, ni emojis, ni premio social traducido en Red.
Pero eso puedo hacerlo porque tuve una vida anterior ajena, por supuesto, de todo artefacto tecnológico.
Sin embargo, una cosa no quita a la otra. Producir contenidos y «notar» que la gente reaccione con espontaneidad en las Redes Sociales, naturalmente es la traducción digital de los aplausos en salas de teatro, la conversión digital de las caras de intriga y reconocimiento en los museos ante las obras de arte, o una expo fotográfica.
De alguna manera los niños de hoy, los adolescentes de hoy, no podrán sentir o comprender la importancia del reconocimiento en vivo y en directo ante lo que les guste. Para ellos, un emoji sería suficiente. Y aquí está el problema.
Algunos fundadores de las mejores tecnologías de hoy como Google, Facebook, Instagram y otras, se han unido en una plataforma que intenta combatir justo lo que ellos crearon.
Entre otras cosas advierten del peligro de una generación sombi, en palabras mías, que viene a decir justo aquello: «Los niños de hoy, incluyendo a mi hija, han perdido el norte en cuánto a reconocimiento social he interacción real con sus semejantes».
Y esto da para pensar y hablar largo y tendido.