La sinuosa historia del Parque Bruil
Cuando recorremos una ciudad como Zaragoza, vamos buscando espacios urbanos y abiertos, como los parques de las ciudades. Para quiénes en un momento dado no pueden salir de la ciudad un parque es la tabla de salvación, aunque hoy muchos de nosotros salimos en coche volando hacia nuestros campos, pueblos, o los Pirineos mismos. Aún así los parques siguen siendo lugares especiales.
Hoy vamos a hablar un poco sobre el Parque Bruil, que tiene mucho que contar, un pulmón en el mismo casco viejo de Zaragoza, aire libre, calorcito, el frescor del aire y el bullicio de los niños cuando juegan.
Como decimos el Parque Bruil se encuentra en el casco viejo de Zaragoza y tiene una extensión de 33 mil metros cuadrados, y de esos metros, 28 mil son de césped, cosa complicada en Zaragoza.
El clima de Zaragoza es duro. En Invierno bajan bastante las temperaturas, sopla mucho viento, y en verano el calor no tiene que envidiar nada a los calores de un desierto de arena. En resumen, llover, llueve poco, así que un césped verde es difícil de ver, y de mantener.
En ese espacio, además del césped, caben zonas de juego para niños, pistas para futbito y para baloncesto. Sí, el Parque Bruil es de los pocos en Zaragoza que tienen canchas deportivas.
En 1924 el Parque Bruil llegó a ser la sede de uno de los dos equipos de fútbol que tenía Zaragoza entonces. De hecho, si nos fijamos bien, su perfil, orografía, recuerda a las gradas de un extinto campo de deportes. Pero hagamos memoria.
En el siglo 12 el espacio del parque estaba ocupado por el Convento de los Franciscanos que luego se desplazaron a la Plaza España tras vender sus propiedades. Y acto seguido fueron sustituidos por los Agustinos, quienes explotaron la parcela adyacente a la muralla de Zaragoza.
No fue hasta el siglo 19 con la Desamortización, que los conventos, o muchos de ellos, dejaron de existir como tal. Las tierras baldías las compró Juan Faustino Bruil y Olliarburu, destacado banquero y político zaragozano. Como anécdota, Bruil esbozó el proyecto de Canfranc para dar salida al comercio hacia Francia, así como imaginó un Ebro navegable desde Tudela para poder comerciar con Cataluña.
Bruil convirtió la parcela en una especie de Jardín Botánico, que fue el asombro de la época. Llegó a tener jardinero franceses para cuidar con esmero a las plantas.

Sugerimos conocer más de la mano del profesor Paco Pellicer de la Universidad de Zaragoza, quién lo explica con lujo de detalles en su canal de Youtube a través de una entrevista en el canl 15Tv de Radio Ebro.
Así pues, el Parque Bruil es consecuencia de lo que fue la desamortización en Zaragoza, hasta 1959, cuando la modernización de España contribuyó a planificar un gran parque en esta zona.
3 años antes el ayuntamiento de Zaragoza planificó la construcción de un parque moderno expropiando los terrenos a Jose María Montserrat. Parte de esos terrenos colindaban con el río Huerba, tan pequeño como vivaracho. Ciertamente, pocos parques tienen un río cerca que aporte frescor y humedad para aliviar los días calientes de verano. Pequeño río Huerba, pero grande y peligroso en sus avenidas.
El parque nuevo, el Parque Bruil, se inauguró el 17 de Julio de 1965, moderno y reluciente. Luego en 1984 se remodeló bajo el primer gobierno local y democrático a la orden del consejal de medio ambiente Mariano Bergés Andrés.
En la época actual en el entorno del Parque Bruil se construyó uno de los mejores museo de Zaragoza, el Museo de Historia, o de historias, esas que persiguen a los zaragozanos desde la antigüedad.
La apertura del centro de historia y su posterior redefinición en galerías de arte y exhibición, unas fijas, otras itinerantes, no han tenido una respuesta mayoritaria por la población aledaña al parque Bruil.
Pero algunas acciones del ayuntamiento en el barrio nos dicen del interés de convertir el barrio y sus calles en centro de arte alrededor del museo de historia. Por eso en muchas callejuelas estrechas varios artistas se han instalado. Sin embargo, nuestra impresión es que el ambiente cultural deseado en torno al parque no se ha materializado.
Juan Martín Huecos fue un empresario navarro que mandó a construir un molino de aceite por el año 1785. Contrató al maestro de obras Agustín Sanz y al cantero Antonio Ribes.
Entonces el molino estaba formado por seis prensas y tres bodegas. Y cumplió un gran papel cuando los sitios de Zaragoza, cuando los franceses en 1808-1809 cercaron la ciudad ahogándola. La hambruna era inimaginable y el molino era una fuente fiable para producir aceite y otras viandas.
En la actualidad cuando se desmonta el molino dejan como homenaje ciertas columnas, y otras piedras se amontonaron como si fuesen una muralla. Allí hoy los niños juegan corriendo por ellas y escondiénsose. Con esto se ha creado la confusión si el monumento representa restos de la antigua muralla romana de Zaragoza. Pero no, no lo es.
En el año 2009 el Gobierno de Zapatero casi un millón de euros. La obra consistía en una remodelación de los accesos y los pasos, haciendo que estos fuesen hormigonados, ampliados, y bordeando a la masa de árboles.
En esa acción también se amplió la zona infantil de juego, mejoraron las acometidas eléctricas y el alumbrado público.
Sin dudas el parque mejoró sustancialmente, pero ¿lo necesitaba?
Por entonces el periódico el País publicó que el Gobierno debía destinar 8000 millones de euro para paliar la crisis grave de desempleo por la recesión económica, y uno de los objetivos era emplear a las personas y disminuir la lista del paro.
O sea, el Parque Bruil, sin quererlo, se beneficio de la crisis más grave en España hasta entonces.
La modernidad y la civilización tiene el inconveniente de afectar a veces a la naturaleza. Y parece que algo así pasó con las obras de 2009, árboles centenarios murieron, fueron cortados, mutilados, y hasta alguno célebre convertido en arte-escultura natural.
Nunca lo sabremos. Nunca conoceremos al final porque árboles antiguos murieron de repente, pero así fue, y fuera lo que fuese, que mueran árboles siempre es triste, más si son del parque Bruil, más si fueron testigos del devenir de un parque con rasmia en la ciudad de Zaragoza.